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domingo, 11 de febrero de 2018

JOYAS DEL ROMÁNICO

San Martín de Frómista


Comenzamos hoy una nueva ruta, que nos llevará desde  Frómista hasta  a Carrión de los Condes. Apenas 20 kilómetros separan ambas villas palentinas, que pueden presumir de poseer un  inusual número de obras de arte que se concentra en esta pequeña distancia. La gran cantidad de maestros canteros que trajo consigo el Camino de Santiago, hizo un alto en  estas tierras de Campos, dando formando uno de los itinerarios artísticos más ricos de todo el románico de nuestro país. 


Las credenciales de Frómista son notables y muy variadas, como lo son también los elementos decorativos de su más bello tesoro, la iglesia de San Martín. Enclavado en el corazón de la localidad, el templo románico representa una de las mayores cumbres del estilo y un auténtico catálogo de lo más bello y exquisito del arte románico. Situada en pleno Camino de Santiago, San Martín de Frómista puede presumir de ser un verdadero valuarte del patrimonio románico de la ruta jacobea. 


Allá por el año 1006 fue erigido el antiguo monasterio por expreso deseo  de la condesa doña Mayor, viuda de Sancho III Garcés, siendo construido entre las últimas décadas del siglo XI y principios del XIII. Pronto perdió su independencia, pues en 1118 la reina Urraca lo donó al priorato benedictino de San Zoilo de Carrión de los Condes, bajo cuya órbita se mantuvo hasta eel año 1427.
  

En pleno siglo XV ocurre el famoso milagro de la Sagrada Forma, que se resistió a desprenderse de la patena cuando iba a recibir el viático el vecino excomulgado por impago de una deuda a un judío. Este maravilloso suceso tuvo tal trascendencia que alteró la propia advocación de la iglesia, de San Martín de Tours a San Martín del Milagro, e hizo conocida a Frómista como “la villa del Milagro”.


En el año 1879 y debido al estado de completa ruina del edificio, éste fue cerrado al culto, iniciándose un tortuoso proceso que condujo a la declaración del mismo como Monumento Nacional en 1894 y a la controvertida y fascinante restauración que se llevó a cabo entre 1895 y 1904. En estas obras fue suprimido todo lo que se había añadido en la última restauración del siglo XV. También fueron  reconstruidos algunos elementos que habían desaparecido, incluso se inventaron bastantes canecillos que se añadieron a las cornisas hasta completar los 315 que podemos ver hoy en la actualidad.

  

Otro de los apartados más interesantes de la decoración de Frómista es su extraordinaria colección de canecillos, que aunque hemos mantenido unas líneas más arriba la existencia de 315 de ellos, la verdad es que cada autor cuenta los que cuenta y hasta en el número hay discrepancias, yo la verdad nunca me he parado a contarlos. 


Los canecillos son unos elementos arquitectónicos que al igual que los capiteles guardan una enseñanza moral o un recordatorio que no debíamos olvidar pero que por desgracia si lo hemos hecho. Es por ello que las interpretaciones de su significado sean algunas veces muy dispares y en otros casos  discutibles. Lo que es evidente es que en San Martín de Frómista los canecillos que adornan su tejado es todo un mundo aparte en cuanto a decoración escultórica.. 
  

La restauración de la iglesia de San Martín tiene sus defensores pero también hay muchos que discrepan de la obra.  Estos últimos creen  que fue excesiva la restauración, porque no parece una obra medieval sino un templo recién hecho, pero todo ello no le resta un ápice al mérito de su belleza integral que nos da una idea muy clara de cómo debió de ser este templo allá por el siglo XII.


El templo presenta una planta de tres naves con bóvedas de cañón que acaban en la cabecera triple con ábside semicirculares, que como es habitual el central es más ancho y alto que los laterales.  Sobre el crucero se alza un cimborrio poligonal.  Los ángulos de la fachada occidental están flanqueados por dos torres cilíndricas entre las que se abre una fachada realizada a principios del siglo XX.  En el centro del muro se abre una sencilla portada de medio punto con tres arquivoltas, la central decorada con un grueso baquetón y las exteriores con simples dovelas lisas.  Por encima corre un guardapolvo o chambrana de ajedrezado.
  
  

Cuenta el templo con otras tres portadas, una al norte, antes protegida por un pórtico, y otras dos al sur, de las cuales, la principal y que da acceso al interior fue románica en origen y muy transformada por la restauración antes citada, habiendo servido la otra de acceso a una sacristía hoy desaparecida.  
  


En el muro sur se abren tres ventanas idénticas, con doble arquivolta de medio punto, de bisel la exterior y de baquetón la interna, que apean en capiteles de muy variados motivos, y que a su vez lo hacen en simples columnillas. Estas arquivoltas se cubren con un guardapolvo de ajedrezado, que se continúa con moldura también ajedrezada a la altura de los cimacios, recorriendo el muro.


Los ábsides se articulan por medio de semicolumnas adosadas, que los dividen en tres lienzos al central y dos a los laterales. Estas semicolumnas una vez rebasada la moldura de las ventanas se continúan con columnas terminadas en capitel que ayuda a sostener el alero.
  



Junto a la armonía de sus volúmenes arquitectónicos, destaca la excepcional colección de escultura de sus capiteles y canecillos, tanto por los temas como por la calidad de los relieves. Trabajó aquí un excepcional escultor que halló inspiración en un sarcófago romano de la cercana Husillos. Casi todos sus vanos lucen un par de capiteles y también los remates de las columnas que sustentan los aleros.  




La temática de estos es muy variada, siendo los que ocupan la cabecera de la iglesia los que tienen un mejor estilo y también son de mejor calidad. Los 46 capiteles que encontramos en el exterior, nos muestran diferentes temas y motivos, como entrelazos, máscaras vomitando tallos  ¿Green Man? volutas, leones, monos, palmetas, hombres luchando con fieras, aves, etc.



Ajenos a las polémicas entre adalides de la restauración y detractores de sus resultados, San Martín recibe anualmente miles de visitantes de la más variada procedencia geográfica, que por el fluir de la ruta jacobea o por amor al románico se rinden ante este auténtico manual del estilo. 


En el interior, se puede llegar al éxtasis de la contemplación, pues la riqueza escultórica que nos muestran sus 50 capiteles no tiene parangón en el románico español. En ellos vemos una gran variedad de temas vegetales, varias representaciones de fábulas clásicas, escenas de luchas de soldados, otras del Antiguo y Nuevo Testamento… en fin, algo en lo que podríamos pasar horas y horas deleitándonos con su contemplación. 




El capitel de la Orestiada es sin duda el más conocido de todos los que podemos contemplar en el interior de la iglesia. Si por algo destacan los notables capiteles de de Frómista, es porque en ellos trabajó el famoso Maestro de la Orestiada,  también conocido con Maestro de Jaca-Frómista.  Para tallar el más famoso capitel de esta colección de Frómista se inspiró en un sepulcro romano que había en Husillos, localidad palentina cercana, que hoy podemos contemplar en el M.A.N. de Madrid.



En las obras de restauración que se hicieron en este templo a principios del siglo pasado, se procedió a desmontar varios de estos capiteles que estaban en muy mal estado y que fueron sustituidos por unas réplicas exactas de los mismos. Los  podemos diferenciar porque estas réplicas están marcadas con una “R”. 



Entre los originales no podía faltar el capitel que representa al Pecado Original, en el frente de la cesta se  representa a Adán y Eva, que cubren su desnudez conscientes del pecado, junto al Árbol en el que se enrosca la serpiente, y vemos a Eva tomando la manzana que le ofrece ésta, mientras que Adán muestra una actitud contemplativa con una mano en la garganta. 


También podemos ver representada la escena de la Expulsión del Paraíso Terrenal, donde es el propio Cristo el que les expulsa. Vemos a Adán y Eva en un lado con la serpiente y al otro la representación nimbada de Dios con el libro y dos ángeles, uno que porta la cruz, y el otro las Tablas de la Ley.


Otro de los capiteles más conocidos de San Martín de Frómista, por la frescura y capacidad narrativa, es el que representa la célebre fábula de la Zorra y el Cuervo. La zorra alimenta la soberbia del cuervo con la adulación de su graznido que hace abrir el pico del ave, de este modo, pierde el queso, momento fugaz que se recoge magistralmente en el capitel.



Otro capitel representa a la Epifanía, con la Sagrada Familia ocupando en frontal de la cesta. La escena de Sansón desquijarando el león es otra de las representadas en estos capiteles. Otros capiteles representan;  un grupo de personajes con toga, una pelea entre soldados en la que uno de ellos sujeta la lanza del otro mientras que hiere su cuello con la espada.


La iglesia de San Martín -un imán de turistas y peregrinos- es uno de los monumentos románicos más destacados no solo de Castilla, sino de toda España.  Quizá la figura más representada en esta iglesia de San Martín de Frómista sean los pelícanos pues son varios los capiteles del interior en los que nos encontramos con varias reproducciones de estas aves.





Como ya he apuntado lo que menos me gusta de esta magnífica iglesia es que en su restauración se la dejó demasiado  “bonita” sin respetar mucho su forma y escultura originales.  Otra muestra la vemos en estos capiteles “R” en Frómista y los originales del el Museo Arqueológico de Palencia.

San Pantaleón de Losa



Para los que somos fervientes admiradores de las leyendas de Templarios y el Santo Grial, encontramos en esta comarca de Las Merindades un cúmulo de casualidades que aunque parece demostrado que el Grial nunca estuvo por esta zona, algunos se aferran a que quizá no se tratara de un objeto físico, que quizá solo fuera algo simbólico.



Muy cerca de San Pantaleón de Losa, se encuentra la aldea de Criales, de etimología cercana a <<griales>>,  al pie de la Sierra de la Magdalena vemos la enigmática iglesia de Santa María de Siones y también muy cerca, la iglesia de San Lorenzo de Vallejo de Mena.  Pero no acaban aquí las casualidades porque la Peña Colorada, ese atolón sobre el que se ubica de ermita de San Pantaleón, está situado frente a la Sierra Salvada.  Parece evidente que el conjunto formado por San Pantaleón de Losa, Criales, San Lorenzo de Vallejo y Santa María de Siones por sí solos tienen la suficiente fuerza para alimentar esta misteriosa leyenda.


Como hemos dicho la ermita de San Pantaleón de Losa se encuentra enclavada en uno de los parajes más enigmáticos del valle,  en el atolón de la  Peña Colorada. Pequeña y misteriosa. Así es esta ermita enclavada en el maravilloso valle de Losa, pero tiene una pequeña dificultad, que si quieres visitarla debes subir por una buena pendiente de cerca de un kilómetro.




Pero la satisfacción que sientes cuando estás frente a ella te hace olvidar el largo y costoso paseo.  Cuando llegas lo primero que te sorprende es su portada, con la presencia de un enorme atlante.  Es impresionante la figura que podemos ver en la columna exterior de la parte izquierda cuyo fuste ha sido sustituido por una misteriosa estatua columna que representa a un personaje con barba y pelo largo.  Con las dos manos sujeta una especie de saco o manto que pende de su hombro desnudo izquierdo.  Viste un simple faldellín.    
                                               

Muchas conjeturas y diversas interpretaciones se han hecho sobre quien puede ser este personaje.  La mayoría se inclina porque esta estatua representa a Sansón, si nos atenemos a las esculturas que aparecen por encima de este, que aunque muy deterioradas se podría reconocer a un hombre luchando contra un león.  Otros, más aventurados, dicen que este atlante representa a Hércules, famoso héroe de la mitología griega, otros dicen que es Adán. o Noé.  Todavía más sorprendente es que algunos piensan que es el mismísimo San Pantaleón, que en el saco llevaba los medicamentos para atender a los enfermos. Yo particularmente me inclino por lo primero.



Los capiteles de las columnas del lado derecho vemos en el más interior una escena compuesta por tres personajes sentados en sillas que parecen monjes; el del centro sostiene un libro entre sus manos, el de la izquierda parece que eleva una cruz y el del lado derecho aparece con otro libro en la mano. El otro capitel más exterior presenta una barca con dos personajes en su interior y otro fuera de la barca. Podría tratarse de la Pesca Milagrosa, aunque algunos dicen que el personaje que está fuera de la barca sería Jonás antes de ser devorado por la ballena.




En uno de los fustes de la parte derecha de la portada se representa una ornamentación a base de zigzag y las arquivoltas decoradas con baquetones y medias cañas son muy curiosas sobre toda una interior en la que vemos varias figuras encerradas en el baquetón en unos cuadros en que solo se les ve la cabeza y parte de las piernas.  Otra arquivolta se decora a base de una serie de tacos similar al ajedrezado  y el guardapolvo lo hace con bolas encapuchadas.


Por encima de la portada se abre una ventana bastante abocinada por medio de tres arquivoltas que apoyan en otras tantas columnas a cada lado que a su vez sustentan los correspondientes capiteles, de los cuales, los de la izquierda se decoran todos con motivos vegetales.  En los de la parte derecha vemos en el más interior un mascarón barbado, en el del centro motivos vegetales, mientras que el exterior es más interesante, donde se representa el Pecado Original, con las figuras de Adán y Eva.


El ábside está dividido verticalmente en tres calles por medio de dos columnas que llegan hasta la cornisa que finalizan en un par de capiteles con decoración vegetal de hojas lisas.  La calle central, como siempre es más ancha que las laterales, una de las cuales está medio oculta por el añadido posterior. 


En cada una de las calles se abre una ventana, la central de mayor tamaño es bastante abocinada, pero ha perdido parte de los capiteles y de los fustes.  En el lado derecho falta el fuste, al igual que el capitel interior, En los que quedan vemos dos leones afrontados en el del centro y el  más externo, se decora con un  entrelazo vegetal.  En el lado izquierdo se han perdido todos los fustes y solo se conservan dos capiteles bastante deteriorados


 Las arquivoltas de baquetón son lo mejor conservado de esta ventana y en las dos exteriores volvemos a ver la enigmática decoración que vimos en la portada porque en los boceles volvemos a encontrarnos con   esa especie de recuadros que dejan ver solamente las cabezas y las piernas de los personajes. La arquivolta interior está decorada con una serie de bolas en el centro y rodeada por lineas de sogueado. y por debajo como en una especie de pequeño tímpano lleva unos pequeños lóbulos.


La ventana sur del ábside es muy sencilla pues solo dispone de una columna a cada lado que sustentan un par de capiteles, el izquierdo con un personaje sentado y el derecho con un águila de alas explayadas. Las arquivoltas están decoradas a base de motivos vegetales de entrelazos


La otra ventana del lado norte está prácticamente oculta por el añadido de una nave posterior gótica, aun así podemos apreciar el arranque de las arquivoltas que delimitan un pequeño tímpano que es casi inaccesible y que podemos ver un animal fantástico muy raro, con cabeza de caballo, cuerpo de león y alas de ave.


En el muro sur de la nave vemos una ventana de similares características a la central del ábside.  Se abre por medio de tres arquivoltas abocinadas decoradas con baquetón y medias cañas la exterior;  la del centro con motivos vegetales de flores de ocho pétalos y entrelazo, y la interior que parece hacer de tímpano tiene cinco cabezas humanas. 



Descansan las arquivoltas sobre jambas adosadas por columnas cilíndricas que sustentan tres capiteles a cada lado.  En los dos exteriores del lado izquierdo volvemos a ver los mascarones, el más exterior representa a un glouton que parece engullir el fuste de la columna, el central con otra cabeza de larga melena y con la boca abierta, el interior es de motivos vegetales.  Los tres capiteles del lado izquierdo también se adornan con diferentes motivos vegetales


Aun podemos contemplar otra ventana en este muro sur y se abre por medio de tres arquivoltas; la exterior la componen las grandes dovelas sin decorar,  la interior lleva decoración vegetal de entrelazo y vemos en la clave una cabeza muy sonriente de felino con las fauces abiertas.  En el capitel interior de la izquierda volvemos a ver la imagen del glouton y en el externo un motivo vegetal.  Los de la derecha son similares, con motivos vegetales el interior y dos caras con gesto asustado el exterior.


Santa María de Eunate


Muchas conjeturas existen sobre la fundación de este templo, ya que mientras algunos hablan  de que debió cumplir funciones de cementerio de peregrinos, seguramente  porque en el centro de la cubierta parece que existía una pequeña torre-faro que según dicen, durante el día y la noche una llama acompañaba a los difuntos. 
Sin ninguna certidumbre se atribuye el origen de la ermita de Eunate a los Templarios, pero no hay ninguna certificación que lo confirme. Se comenzó a construir en las décadas finales del siglo XII cuando reinaba en Navarra Sancho VI “el Sabio”


.Muy probablemente debido a esa ausencia de documentos y de teorías probadas, Santa María de Eunate es un hervidero de hipótesis, la mayoría de ellas me parecen demasiado aventuradas, que tratan de hacernos creer que esta ermita es nuestro particular Templo de Salomón.


Su planta octogonal presenta similitud con la de la cúpula de la Roca de Jerusalén, y también se relaciona con otros edificios de su época, como la iglesia de la Vera Cruz de Segovia, o el Santo Sepulcro de Torres del Río. Sin embrago algunos  piensan que fue la iglesia de un hospital de la Orden de San Juan de Jerusalén, porque de esta orden sí que existe constancia documental en la zona.


En cualquier caso, la función de Eunate  podemos decir que fue funeraria al servicio de los peregrinos que fallecían recorriendo el camino de Santiago y que debió tener una linterna de muertos que también serviría para guiar durante la noche a dicos peregrinos, que para visitar la iglesia de Eunate debían de desviarse desde Muruzábal y después seguir hasta Puente la Reina.


El templo presenta planta octogonal con dos puertas de acceso y un ábside que por el interior es semicircular pero por el exterior es poligonal. La cubierta se compone de lajas de piedra sobre las que sitúa la espadaña de dos troneras de medio punto que seguramente sustituyó a la antigua “linterna de muertos”


Muy interesantes son las portadas de acceso a la nave, sobre todo la situada en el muro norte, que coincide con los tramos originales de la galería.  Esta portada se abre por medio de cuatro arquivoltas  decoradas con baquetones que apoyan en jambas lisas y columnas cilíndricas alternativamente y se rematan con capiteles decorados.  Cubre  las arquivoltas un bellísimo  guardapolvo, que aunque bastante deteriorado aun podemos ver representados a distintos personajes humanos que conviven con animales imaginarios y seres monstruosos.



Los cimacios labrados a base de zarcillos y palmetas inscritas en círculos corren por encima de los capiteles, que presentan decoración vegetal los exteriores; y unos mascarones cuyas barbas se prolongan por la cesta en forma de tallos. los dos interiores.


Como hemos dicho, la columna interior derecha luce en su capitel  un diabólico rostro con barbas enrolladas en ambos lados en forma espiral.  Si lo miramos al revés veremos que es un macho cabrío con expresión aterradora, que ha sido identificado por algunos autores como un “baphomet”. 

Una de las principales acusaciones de los enemigos de la orden de los Templarios, tenía que ver con Baphomet, un misterioso personaje al que, se decía, que los templarios adoraban. Baphomet era una insignia, una demostración de la maldad y por ello no había más remedio que destruir la orden, como así fue.


Baphomet fue el principal responsable de que en 1312 desapareciera la orden templaria, ya que el rey de Francia acusó a diferentes templarios de adorar en sus rituales a un ídolo llamado Baphomet.  Éste ha sido representado la mayoría de las veces como un macho cabrío sentado en su trono con una antorcha encendida entre los cuernos.   
        



Arrimando un poco el ascua a la sardina templaria, diré que por todas partes vemos marcas de cantero, algunas de ellas que solo se han visto en otros enclaves del Temple. Entre estas marcas se encuentra el “ábacus”, un bastón de mango espiral que solo usaban el maestro constructor y el Gran Maestre del Temple.  Hay otra marca que vincula a Eunate con el Temple y no es otra que la que  en tiempos medievales era un símbolo templario; la torre del ajedrez.



Otra hipótesis que nos llevaría a relacionar a los templarios con Eunate es que en Puente la Reina, núcleo del Camino de Santiago y a pocos kilómetros de Eunate,  los Templarios tenían su casa central y donde residía el prior de toda Navarra.  Además en esta villa poseían el Convento y Hospital del Crucifijo.  Se trata de una iglesia edificada sobre el año 1146 y se da por seguro que es una fundación templaria  por la clara función militar del templo y monasterio contiguo.


Pero en  siglo XIV  le fue  adosada otra nave, justo en el momento en el que la Orden del Temple había sido suprimida y reemplazada en los reinos hispanos por la Orden de San Juan de Jerusalén.  La advocación del Crucifijo le viene dado por una talla  de un  Crucificado del XIV, que se venera en la nave gótica del Evangelio. Su importancia radica en lo poco habitual  forma de la cruz de Cristo.  Del travesaño vertical surgen dos brazos oblicuos, en vez de los horizontales habituales, lo que le dan una forma de "pata de oca", o Y griega.



Habrá pocos aficionados al románico que no hayan visto alguna vez la inconfundible silueta de la iglesia  de Eunate, que se caracteriza por su planta octogonal rematada por un ábside semicircular orientado al este como es habitual, rodeado por una arquería también de planta octogonal. Según la mayoría de los autores se cree que esta galería tenía carácter procesional en forma de claustro, pero sea como sea, la verdad es que se han encontrado numerosos enterramientos cerca de la arquería, lo que refuerza la tesis del carácter funerario del templo.


Esta arquería consta de ocho tramos; tres orientados al norte que llevan arcos de medio punto apoyados en columnas pareadas que se rematan con esquemáticos capiteles;  el resto están repartidos por los lados sur, este y oeste y podemos ver que estos ya apoyan en pilastras prismáticas por lo que es de suponer que se debe a una reforma más moderna. 




Los capiteles que encontramos en los tres tramos originales, aunque bastante erosionados todavía se aprecian temas vegetales con zarcillos, grandes máscaras vomitando tallos que nos recuerdan a los “Green Man”, leones afrontados y un crucificado al que le falta la cruz y que está rodeado por un grupo de personajes.



Los ocho lienzos o calles en que se articula el octógono del cuerpo principal están separados entre sí por columnas en los ángulos que  finalizan en capiteles decorados con motivos  vegetales que llegan hasta las cornisas, que están apoyadas en grandes canecillos sin decorar.  La otra puerta se encuentra en el costado opuesto a la cabecera, y se abre por medio de un simple arco de medio punto cubierto por un guardapolvo adornado con motivos de zigzag.


Cuando entramos en el interior del templo, vemos un espacio octogonal que desde el exterior no parece tan amplio, y es debido a su elevada bóveda a base de potentes nervios apoyados por columnillas coronadas por sus correspondientes capiteles.

   
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El ábside por el interior es semicircular y está cubierto con una bóveda de horno sustentada por medio de unos nervios de forma cuadrangular que descansan en columnas encapiteladas y que enmarcan una arquería abierta por medio de  arcos de medio punto, que se corresponden con las ventanas que podemos ver por el exterior.  Por debajo corre otra arquería, aunque esta vez es ciega compuesta por cinco arcos ojivales que se apoyan sobre columnas cilíndricas.



El acceso a la  cabecera se hace a través de un arco triunfal  doblado cuyas  arquivoltas apoyan sobre columnas rematadas en capiteles decorados con motivos vegetales y figurados. En uno de los capiteles vemos mascarones de cuya boca surgen tallos vegetales, que probablemente representen a un Green Man. Otro muestra dos ángeles tocando una especie de cuerno o trompeta..



La decoración interior de la iglesia se limita prácticamente a estos capiteles de las columnas.  Aparte de los ya mencionados de decoración vegetal con acantos, helechos y frutos, en el lado del Evangelio encontramos decoración con figuras humanas, como  una bailarina danzando acompañada de dos músicos. En el lado contrario un capitel con dos cuadrúpedos con cabezas de pájaros, entre los cuales se levanta un árbol.





Rebolledo de la Torre


Según una inscripción que podemos ver en la ventana exterior de la galería porticada de Rebolledo de la Torre la construcción de esta iglesia se finalizó en el año 1186 y el maestro que hizo la galería fue Juan de Piasca, el mismo que edificó la iglesia cántabra de Santa María de Piasca.  Dicha inscripción es de muy difícil lectura para los que no sean expertos, pues está repartida entre varios elementos de la ventana.


 A grandes rasgos se podría decir, que “el abad Domingo pobló este lugar en la era 1224. O sea en el año 1186 de nuestra era y que el maestro que hizo el pórtico fue Juan de Piasca”


Aunque como vemos en la inscripción es un templo del siglo XII, la mayor parte de la iglesia de San Julián y Santa Basilisa  es una obra del siglo XVI, aunque en la reforma que sufrió el templo se respetó todo el muro sur de la nave junto con la impresionante galería porticada románica adosada a dicho muro. 


La portada meridional es románica, pero bastante tosca en comparación con el resto de los elementos de la galería. Está formada por un arco de medio punto liso, probablemente rehecho, y dos arquivoltas, la externa lisa, la interior con decoración de bolas y baquetones.  La segunda descansa sobre capiteles decorados con motivos vegetales. Las rodea un guardapolvo decorado con tallos entrelazados.



El elemento más importante de Rebolledo es sin duda esta galería románica que puede considerarse como una de las mejor conservadas del románico castellano.  Esta galería mide cerca de 17 metros de largo y casi 5 de ancho y en ella se abren 10 arcos de medio punto y una buena portada con el arco ligeramente apuntado.  La serie de  capiteles que vemos a lo largo de todos los arcos, (siete en la parte occidental y tres en la oriental) se encuentran decorados con un variado repertorio escultórico, por lo que está considerada como uno de los máximos exponentes del románico de la provincia burgalesa.




Está formada por 10 arcos de medio punto que se apoyan sobre columnas de uno y dos fustes; en la parte izquierda de la portada de accedo a la galería vemos  siete arcos, mientras que en la parte derecha solo aparecen tres.  Todos estos arcos son de medio punto y llevan guardapolvos decorados con puntas de diamante, semibezantes y hojarasca vegetal.



En el muro que cierra por el oeste la galería se abre una ventana abocinada muy bien decorada tanto al interior como al exterior.  Esta ventana al exterior aparece como un estrecho vano ajimezado rodeado por una arquivolta de medio punto que descansa sobre dos columnas cuyos capiteles presentan leones afrontados, acantos y palmetas, rodeada por un magnífico guardapolvo decorado con  hojas muy carnosas. El parteluz, tiene un capitel con una cabeza monstruosa que parece engullir el fuste. En varias partes de la ventana se puede leer una inscripción de difícil transcripción.



Por el interior, la ventana  muestra dos arcos polilobulados iguales que están rodeados por un alfiz en el que representa la escena del Pecado Original. Vemos a Adán y Eva en los laterales mientras  en el centro aparece el árbol con la serpiente enroscada en el tronco.




 La portada de la galería románica aparece en un antecuerpo y está formada por un arco apuntado liso y dos arquivoltas decoradas con motivos vegetales. La interior apoya en dos columnas acodilladas con capiteles ornados con leones de larga melena y un dragón barbado que se enfrenta a un león. Al frente se encuentran dobles columnas con capiteles corridos en los que aparecen una sirena, dragones enlazados o un combate de centauros.



En los capiteles que sustentan las columnas de la galería vemos diferentes motivos, tanto vegetales, geométricos, historiados y figurados. En ellos podemos apreciar, en el machón izquierdo; motivos vegetales con hojas de acanto enrolladas; le sigue otro también vegetal, con dos filas de hojas carnosas vueltas y un pequeño dragón en el centro de la cesta.



A continuación le  sigue el tercer capitel en el que vemos una representación del  pecado de la avaricia, donde el avaro  aparece semidesnudo, con barba y  largos cabellos,  y con la bolsa  colgada del cuello, vemos también la figura del diablo.




En la otra parte del capitel se reproduce la muerte del avaro, tumbado en un lecho y cubierto por ropajes que solo nos permiten ver la cabeza y un brazo. Se ve como su alma sale por su boca y es encadenada por un león que aparece en la parte superior y el diablo la agarra por un brazo. También vemos a otros tres leones en la parte inferior del capitel.  En la esquina izquierda vemos la figura de su esposa que llora desconsolada.



Vemos seguidamente dos pares de grifos rampantes afrontados, con el cuello vuelto, entre hojarasca y una serie de aves decoran el cimacio; sigue una representación del pesaje de las almas o Psicostasis, con San Miguel, el diablo y la balanza y en uno de los platillos vemos representada un alma en forma de personaje desnudo y que el demonio intenta hacer caer hacia su lado.



Le sigue una cabeza monstruosa de cuya boca salen tallos  entrecruzados de los que brotan hojas de  acanto que podría ser una representación del Green Man. Continúa un capitel decorado con motivos vegetales de acantos de puntas curvadas.


Pasando ya a la zona de la derecha, vemos un combate entre dos jinetes, con cota de malla, escudo y lanza. El caballero de la derecha introduce su lanza en el yelmo del contrario, que tiene su lanza rota. Tiene un buen cimacio decorado con leones afrontados.  Algunos quieren identificar esta escena como la lucha de un cristiano por su escudo almendrado y un musulmán con escudo de rodela.



Sigue una representación de grifos barbados y afrontados. Al oeste de este capitel vemos un guerrero con cota de malla luchando contra un dragón que muerde su escudo, con cierta similitud del que vemos en el claustro de Santillana y en el tímpano de Santa María de Yermo, ambas de Cantabria. 



Continúa con un capitel que representa una lucha entre animales fantásticos, entre los que se ven un grifo rampante afrontado a un basilisco, y una pareja de arpías con rostro humano y cola de serpiente. Por último una representación de Sansón desquijarando al león. En el frente del capitel vemos al mítico Sansón, cabalgando al león al que abre sus fauces con las dos manos, mientras que un personaje sentado sujeta la cola del león




La cornisa de la galería está decorada con dos cintas perladas entrecruzadas y con flores cuatripétalas inscrita en su interior.  Cuatro capiteles coronan las dobles columnas en las que apoya el alero, todos con magnífica talla; el del muro oeste se decora con palmetas de abultados cogollos en sus puntas; en el primero del muro sur se representa la escena del Sacrificio de Isaac, donde vemos a la izquierda el ángel portando un cabrito y deteniendo el brazo de Abraham, dispuesto a sacrificar a su hijo que aparece a su lado arrodillado.



Los otros dos capiteles de este muro son vegetales, el primero casi idéntico al del muro oeste con motivos vegetales y el otro, también vegetal, decorado con tallos entrelazados que surgen de las fauces de tres felinos. 


En el chaflán del ángulo sobre la columna de la esquina, aparece una máscara monstruosa que parece que se traga el fuste.





Los 32 canecillos que soportan la galería aparecen decorados también con motivos vegetales, animales fantásticos, y músicos. Destacan entre todos los siete que podemos ver por encima del cuerpo resaltado de la portada, donde vemos un personaje sedente con un libro, dos arpías encapuchadas, uno vegetal, un músico tocando la viola con arco, otro músico tocando un arpa, un ave picoteando a una culebra que se le enrosca en las patas.


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